Swami Vishnudevananda fue uno de los máximos exponentes mundiales de Hatha y Raja Yoga. Tras haber observado atentamente el estilo de vida occidental, sintetizó la antigua enseñanza del Yoga en cinco principios básicos, fáciles de incorporar y que constituyen la base de una vida larga y saludable. Son totalmente universales y pueden ser practicados por todos.
1) El ejercicio adecuado: lo proporcionan las asan as o posturas de yoga, que actúan sistemáticamente sobre todas las partes del cuerpo, estirando y tonificando músculos y ligamentos y manteniendo flexibles la columna y las articulaciones, y mejorando así mismo la circulación. Las asanas
no son ejercicios únicamente físicos. Confieren equilibrio mental, ayudan a controlar las emociones y proporcionan beneficios espirituales.
Para que una postura sea considerada una asana debe cumplir ciertos requisitos:
a) ser realizada un tiempo prolongado;
b) sin esfuerzo;
c) en la inmovilidad;
d) con control respiratorio;
e) manteniendo la concentración. Sus beneficios son físicos, psicológicos, energéticos y espirituales.
2) La respiración adecuada: los ejercicios de respiración reciben el nombre de «pranayamas». Recargan de energía al organismo y ayudan a controlar el estado mental, es decir brindan serenidad a la mente, y propician su concentración.
3) La relajación adecuada: comprende tres fases: a) física, b) mental, c) espiritual. Aporta una verdadera sensación de reposo muy reparadora, lo cual repercutirá en forma positiva en las actividades diarias, permitirá conservar la energía y afrontar positivamente los retos de la vida cotidiana.
El cuerpo físico puede relajarse fácilmente luego de una sesión de asanas. En la postura savasana (llamada cuerpo muerto), se van dando sucesivamente órdenes mentales, para que a través de la autosugestión el cuerpo se relaje. Se van visualizando diferentes partes del cuerpo y se les da la orden de relajación. Para relajar la mente existen diferentes técnicas que utilizan principalmente la visualización, por ejemplo de algún paisaje que resulte ideal y en el cual se permanece como si realmente se estuviera allí. También puede observarse la respiración, o repetir un mantra o la palabra «paz» junto a la respiración.
Por último, la llamada relajación espiritual consiste en realizarse una serie de preguntas, llamadas la autoindagación. Se observa el cuerpo, y se pregunta «¿soy este cuerpo?». Así, se toma conciencia de que quien observa el cuerpo es distinto de este. Luego se observan los diferentes pensamientos. Y se formula la pregunta: «¿soy este pensamiento?» vemos que los pensamientos son sucesivos, unos y otros cruzan el campo de la conciencia. Pero el observador es distinto de esos pensamientos observados. Lo mismo si surgen sentimientos o emociones. Deben ser observadas sin juzgar, como quien ve una película en el cine. Finalmente, se hace la pregunta: «¿Quién soy?» y se mantiene la autoobservación, ya sea observando los eventuales pensamientos, o permaneciendo en ese espacio de silencio, de pura conciencia más allá de la mente.
4) La alimentación adecuada. Debe ser nutritiva y equilibrada, a base de alimentos naturales. Este tipo de alimentación mantiene al cuerpo ligero y flexible y da serenidad a la mente. La dieta recomendada por el yoga es la lacto-vegetariana. La razón fundamental de la práctica del vegetarianismo en el yoga es de orden ético y filosófico, respondiendo al principio de Ahimsa o no violencia, que consiste en abstenerse de ejercer cualquier acto de violencia, ya sea en pensamiento, palabra o acción a ningún ser vivo.
5) Pensamiento positivo y meditación. El pensamiento positivo consiste en mantener una actitud positiva ante toda circunstancia de la vida, sabiendo que en todo, ya sea bueno o doloroso, hay una lección que aprender. También es la capacidad de retener la conciencia de que en esencia se es el Ser, y al mismo tiempo mantener esa contemplación en la vida diaria.
La meditación, es un fluir sostenido de un pensamiento hacia el objeto elegido en la concentración, ya sea este concreto (por ejemplo la imagen de la divinidad) o abstracto (una idea), pudiendo en ambos casos estar asistido o no por un mantra (palabra o grupo de ellas, en sanscrito, que ayudan a concentrar la mente). Para que exista meditación, previamente debe haber concentración. Finalmente, cuando la meditación avanza concluye en el samadhi. Aquí la esencia del sujeto es idéntica a la del objeto. O en otros términos, no hay más ni sujeto, ni objeto, ni pensamiento. La triada ha desaparecido. La mente ha sido detenida y trascendida. Es la experiencia del Supremo Silencio, de la Pura Conciencia, del espacio pleno en el cual se reconoce lo que ya se Es.
Aquí, el propósito del Yoga habrá sido cumplido. Allí te darás cuenta que nunca hubo una búsqueda, nunca un buscador, nunca un aspirante, nunca un ser atado al karma, nunca un ser libre, ni muerte, ni nacimiento. Solo la Pura Conciencia, el Ser en su Luminosa, Eterna y Dichosa presencia.