Nos encontramos en un momento único en la historia de la humanidad, los seres humanos estamos siendo «enfermados» desde los alimentos.
Los niños con altas tasas de obesidad, sobrepeso, mal nutrición, víctimas de las enfermedades Crónicas No Trasmisibles (ECNT, derivado de un noventa por ciento de una alimentación poco saludable) y una sociedad inmersa en el consumo de alimentos tóxicos pero socialmente aceptados (golosinas, jugos, gaseosas, enlatados, alimentos refinados, alimentos sobre cocinados, alimentos ionizados, alimentos con altas dosis de agrotóxicos, alimentos con altas cantidades de azúcares, alimentos con aceites hidrogenados). Una oferta enorme de «alimentos» que nos llenan la barriga con productos que el organismo no necesita y que nos enferman silenciosamente. A todo esto son expuestos los niños en edad escolar tentados por las publicidades, los paquetes coloridos y las formas novedosas de las golosinas.
La infancia es una etapa crucial para el desarrollo del cerebro. Los chicos necesitan recibir «combustible de alto valor biológico», principalmente a través de buenos alimentos. Hay que trabajar para enseñarles a cuidarse y a tener criterio propio para adoptar hábitos saludables desde pequeños. Esto comienza cuando la familia se sienta a la mesa: qué se come, si hay menú diferenciado para cada integrante, cómo se prepara y se ingiere la comida, entre otros hábitos. Hoy, el momento de reunión familiar alrededor de la mesa es una práctica que ha caído en desuso o es realizada pero rodeados de dispositivos tecnológicos (teléfonos, celulares, tablets, rv, etc.). Además, lo que se ingiere, en general, son comidas de fácil y rápida realización, sin mucho valor nutritivo ni variedad. Los aprendizajes que los niños elaboren a partir del Kiosco Saludable pueden colaborar con que ellos mismos cuestionen los hábitos de la casa y sean impulsores de un cambio positivo.
El proyecto de Kioscos Saludables en las Escuelas no se limita a la oferta de alimentos saludables durante el recreo. Va mucho más allá. Es crear conciencia de lo que estamos consumiendo, es pensar qué debemos comer, es conocer los alimentos de cada estación, saber su origen e historia. Además, comenzamos a relacionarnos con otra variedad de alimentos, vemos germinar una semilla y la consumimos, entendemos los cambios en el cuerpo, comprendemos la necesidad de consumir alimentos naturales, empezamos a desechar aquellos que no nos alimentan y así, vamos ofreciendo al niño contenidos significativos para que pueda actuar para el bien de su salud y del medio ambiente.
Queda en los adultos (padres, docentes, ministerio de Educación) hacernos cargo del nocivo kiosco tradicional de golosinas que se ofrecen en las escuelas. Si pensamos la Escuela como un espacio de formación integral, sería importante proponernos implementar la Educación Alimentaria (EA) como una materia esencial para la recuperación de saberes culturales, la revisión de hábitos nocivos, el estudio del origen de los alimentos y su relación con la salud, entre otros. El kiosco saludable nos invita a comprometernos con el cambio necesario para acercar a los niños a una actitud más consciente y comprometida con su calidad de vida y con el medio que habitan y construyen. El proyecto Kiosco Saludable es esencial para que todos los niños que van a las escuelas tengan la posibilidad de conocer y viven ciar los amplios beneficios de llevar una alimentación saludable.
Para ello podemos comenzar a reconocer las variedades de frutas, verduras y cereales que podemos consumir en la zona y en cada estación. Conocer los nutrientes que componen cada alimento, cómo debemos manipularlo, cuál es la mejor forma de combinarlo y sus beneficios. Investigar sobre los ingredientes que contienen las golosinas (conservantes, colorantes, endulzantes, etc.) y su relación con la salud. Podemos entrevistar a profesionales de la salud, buscar recetas familiares y comenzar a ensuciarnos las manos.
Iremos sustituyendo aquellos alimentos empaquetados, industrializados y de poco contenido nutricional por uno de elaboración casera. Al que luego, con el paso de los días lo haremos más nutritivo y natural.
Una vez que toda la comunidad educativa ya está inmersa en el proyecto se ira profundizando en la creación y obtención de nuevos alimentos, de nuevos saberes y con esto a romper el pensamiento hegemónico de la vida y del alimento.
Y en el caminar con el proyecto llegaremos a hacer compost, una huerta escolar, un botiquín natural, a mejorar los comedores escolares, a vivir mejor y más comprometidos con nuestro entorno …